miércoles, 7 de noviembre de 2007

Cuando el mundo era de hielo


El Calafate, provincia de Santa Cruz, Patagonia argentina, 50º 20' S; 72º 15' W

Es bonito que una ciudad tenga nombre de planta ¿verdad? El calafate es un arbusto de hojas pequeñas, espinas recias, flores amarillas (ahora -primavera austral- en todo su esplendor), y frutos pequeños, redondos y de color más o menos morado intenso. Ya os conté lo que se dice de quien come los frutos del calafate.

Además de eso, El Calafate es una ciudad muy nueva, creada en los primeros años 20 del siglo 20, y con pinta de sitio de pioneros: calles sin asfaltar, urbanismo inexistente, segundo (!!) casino en construcción y calle principal-calle comercial que, como ya os imagináis, está repletita de tiendas que venden todo tipo de recuerdos para los turistas que damos sentido a este lugar en medio del desierto, y restaurantes en los que hay que reservar cualquier día porque están a reventar. Uno de los productos estrella es el DVD que recoge las imágenes de la ruptura del glaciar Perito Moreno de 2004 (más adelante volveremos sobre el tema).

Pero no todo empezó en los años veinte. El hombre llegó a la Patagonia hace unos 14.000 años (o mucho antes, si se confirman los hallazgos de Monte Verde y se relacionan con navegantes protohistóricos del Pacífico). Hace dos mil años ya estaban instalados en la zona los antecesores de los Aonikenk, los Tehuelches del Sur, que ya usaban arcos y flechas con punta de piedra y tenían una cultura basada en el guanaco. Cuando llegó Magallanes en 1520, la población de Aonikenk se estimaba entre 2.500 y 3.000 individuos; tras los estragos del hombre blanco, básicamente alcohol y sedentarización forzosa, quedan menos de 100 y aculturizados.

Nada más llegar a El Calafate, recogimos la Renault Kangoo que teníamos alquilada y nos fuimos para Chile, a volvernos locos con la maravilla de las Torres del Paine. Uno de los sucedidos divertidos del viaje se produjo al entrar en Chile: todo el mundo recomienda comprar comida en Argentina, mucho más barata, para no tener que hacer todas las comidas en los hoteles que hay en el parque, única opción posible. Lo que nadie te dice es que en Argentina hay fiebre aftosa y peste porcina y en Chile no; resultado: el amable y eficiente aduanero chileno se vio obligado a "retener" los paquetes de salchichón ('salame') envasado al vacío que llevábamos para hacernos unos bocadillos. La primera opción fue comérnoslo allí mismo, pero a la vista de que habíamos comido unas empanadas hacía un rato no nos animamos. Tras unos cuantos exabruptos y cierta confusión, el aduanero propuso hacer un acta de retención y que lo recogiéramos a la vuelta y así lo hicimos, con gran alegría ya que el tal salame nos proporcionó la comida del último día en el área.

A El Calafate se va a ver el frente del glaciar Perito Moreno (llamado así en honor de Francisco Pascasio Moreno, quien remontó el río Santa Cruz desde el Atlántico hasta llegar al inmenso lago Argentino, en el que desaguan ese glaciar y otro montón de ellos más), y a hacer una travesía en barco por algunos de los brazos occidentales del lago para ver algunos glaciares más. Y como se va a eso, pues a eso.

La vista del frente del glaciar Perito Moreno, por mucho que lo hayamos visto unas cuantas veces, es impresionante. Este glaciar es el único o casi el único de la zona que no está en retroceso, en parte porque vierten en él otros glaciares menores y en parte por alguna razón desconocida, quién sabe si relacionada con el negocio. Allí te pasas unas cuantas horas, abrigado hasta las trancas, haciendo fotos, mirando embobados y esperando que, con un poco de suerte, se desplome algún trozo grande de hielo. Los desprendimientos menores son continuos, y cada dos por tres se oyen crujidos y explosiones, aunque a nosotros no nos tocó ninguna caída gorda.

La parte central del frente del glaciar acaba contactando con la península de Magallanes, y deja sin conexión el Brazo Rico del lago, al suroeste, con el Canal de los Témpanos y el cuerpo principal del lago, al norte y este. Como el Brazo Rico no tiene otra salida, el agua en él va subiendo de nivel respecto al resto del lago, y cuando la presión aumenta lo suficiente, empieza a horadar un túnel por el que se cuela el agua. El túnel va creciendo hasta que, finalmente, todo se desploma y la conexión se vuelve a hacer completa. En 2004, el hundimiento se produjo a las 7 de la tarde con miles de testigos, entre ellos avispados cámaras que vendieron el DVD de marras.

La navegación por el lago Argentino para observar glaciares tuvo como cosa curiosa el haber sido la primera vez en sufrir una auténtica tempestad en un lago: desde que estuvimos en las Torres del Paine no ha parado de soplar un viento endiablado (incluso superior al normal en estas tierras, según nos comentaron) y, como consecuencia, las aguas del lago-mar están realmente encrespadas, hasta el punto de que no fueron pocos los pasajeros que se marearon, en vista de los cual la tripulación repartió bolsas de plástico por si las moscas.

El único desembarco fue en la laguna Onelli, para caminar unos 800 metros y llegar al lago Onelli, desde donde se ven los glaciares Agassiz, Onelli principal y Onelli colgado (en franco retroceso), además de numerosos témpanos en el lago. La sensación de ser como corderos patagónicos, arreados por el guía detrás del que hay que ir obligatoriamente, sin salirse del sendero, sin pasar de un punto demasiado cercano, y todo ello casi a toque de silbato, no es demasiado agradable, pero evidentemente es un peaje del turismo de masas. ¿Cuál es la alternativa? ¿Que sólo lo puedan ver los ricos, como antes? Es un tema sobre el que se podría hablar largo y tendido.

Ya desde el barco vimos los glaciares Upsala (el mayor del Campo de Hielo Sur), el Spegazzini (el de paredes más altas: más de 100 metros), el Seco (sombra de lo que fué), y alguno más. Yo me pasé la tarde en cubierta con mis ensoñaciones...y sus vientos y sus lluvias, y cada vez que el capitán paraba en un glaciar era literalmente empujado por quienes habían ido calentitos y cómodos dentro del catamarán que, al grito de "ponte ahí, cari, que te eche una foto delante de ese trozo de hielo" tomaban al asalto la cubierta. Que conste que todos somos igual de turistas, no queráis ver connotaciones clasistas en lo anterior.

El último día nos dimos un baño de soledad por la preciosa zona del lago Roca. El tal Roca fue un generalote, muy celebrado en Argentina (por todas partes, calles, lagos, monumentos, ...) que masacró a las poblaciones de indígenas de la zona para quitarles sus tierras y dárselas a los colonos ovejeros para que "civilizaran" la salvaje Patagonia. La mañana empezó con 3 cóndores, otros 3 caranchos, varios chimangos y un posible juvenil de águila mora disputándose los restos de una liebre europea recién atropellada.

Esto de las liebres europeas es sorprendente: a pesar de que el tráfico es bastante reducido, hay montones de ellas atropelladas cada día, lo que hace suponer que hay una densidad enorme. También las vemos vivas, claro.

A la vuelta a El Calafate, por un camino de ripio, pasamos por la Estancia la Anita, donde acabó el motín de los empleados de las estancias ovejeras, en su mayor parte chilenos, que tuvo lugar en 1920-21. Terminó con la muerte de los últimos resistentes a manos del ejército; entre los últimos en resistir, Facón Grande, líder incontestable. El motín había empezado dirigido por algunos anarquistas españoles, y los pocos que pudierosn salvarse lo hicieron huyendo a uña de caballo hasta alcanzar el cercano y chileno Macizo del Paine. Hay un cuento de Don Francisco Coloane que relata magistralmente ese trágico final. Os recomiendo su lectura.

Aquí se acaba la primera parte del viaje, en el que hemos sido 4. Santiago y Ana rumbearon a Buenos Aires y Madrid, y Mabel y yo a San Carlos de Bariloche, donde transcurre la próxima parada.

Seguiremos informando.

9 comentarios:

Pablo dijo...

Una vez más me sumerjo en tus relatos de lugares maravillosos lejos de la jungla de asfalto. Muchos ya te lo han dicho pero el cómo escribes merece que te lo digan otra vez. Desde mi silla me siento a los pies de esos tremendos "trozos de hielo" y hasta me tengo que poner una chaqueta de lo involucrado que me siento.
Gracias por compartir este incomparable viaje con nosotros.
Siigue disfrutando y ten cuidado en la soledad chilena.
Ten cuidado con la espalda.
Un beso.
Pablo

Pablo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Mira esta noticia de un grupo de Al Filo de lo Imposible que han tenido que ser rescatados en la Patagonia.

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/filo/congelacion/cumbre/alta/Patagonia/elpepusoc/20071108elpepusoc_5/Tes

Anónimo dijo...

Mi envidia aumenta a cada post, especialmente ahora que te adentras en territorio virgen para mi (pero que espero 'violar' el año que viene - "si vivo", como dice mi suegra). Así que ve preparando una guía de aves del Calafate y continentes adyacentes para prestar a los amigos.
¿Has visto colibríes? Yo solo fugazmente, aunque mi más preciado bimbo fue un pajarito que llaman 'rara', por lo extraño de que defolia árboles como si fuera un hoatzín. Y te habrás hinchado de ver cóndores..

Reconocerás conmigo que el viento no sale en las fotos y que puede hacer de aquella maravilla algo insoportable...Pero bueno, tú siempre has sido algo rarito, ¡no como yo!
Abrazos
J.

Anónimo dijo...

Hola pareja, mientras leo las aventuras y maravillas de donde estáis, pienso en decirte lo enganchados que estamos en esta casa a tu blog Paco y cuando repaso los comentarios, también algunos muy interesantes, (nos hemos enterado de la historia de la difunta Correa y su bebe y los detalles de los altarcitos y sus banderas rojas, que completan tus narraciones, gracias Marisa y Antonio) veo que nos tienes enganchados a todos igual. Así es que para cuando escribas tu libro MEMORIAS DEL VIAJERO AUSTRAL y te hagas famoso, me pido ser la presidenta de tu club de fans con el permiso de tu señora.
Mabel creo que mañana vuelves a la vida real, te deseamos buen viaje (ya nos vemos) y Paco cuídate mucho y disfruta la segunda parte de este viaje, que seguro lo harás.

Muchos besos de todos desde Moralzarzal

Unknown dijo...

Paquito rico, que estoy parada en la marcha hacia Bariloche. Ponte al día, porfa.
Mabel que tengas buen viaje.
Te esperamos.
Besos

Anónimo dijo...

Esperamos que hoy que has empezado tu "expedición solitaria" conserves la cabeza (y lo de dentro de ella) en el sitio que merece.
Que sigas disfrutando, una vez que se te pase la nostalgia por la compañía que tenías, y que ahora estará más cerca de nosotros.
En serio ¡ten cuidado de ti y de tu salud!
Esperamos que sigas comunicándonos las cosas que veas cada día.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me imagino que lo habrás adivinado, pero el anterior comentario anonimo es nuestro.
Besos de Marisa y Antonio

Anónimo dijo...

Noto que los comentaristas, además de manifestar su admiración por los lugares que recorreis y por tu narración (yo también me incluyo), empieza a estar algo preocupado con tu persona física. ¡A lo mejor es que has cumplido ya los 50 y todavía no me he dado cuenta!. Yo, por si acaso hemos llegado a esa edad y mientras vosotros veis maravillas, me he apuntado a Pilates, así podré dormir hasta en el suelo y salir entera cuando vaya a verlas en directo siguiendo vuestra estela. Sigue disfrutando, viendo todo lo bonito que tienes alrededor y ya verás que bien te va a ir también en la segunda parte de tu viaje. Un beso. Pana.