miércoles, 14 de noviembre de 2007

De aclaraciones y despedidas


Y, por orden, empezaré por las aclaraciones o, mejor, la aclaración. Cuando al final de la entrada titulada "Los chimangos de Bariloche", escribí "...por cierto, para contarme algo no hace falta publicar un comentario aquí; podéis escribirme un mensaje normal", lo decía sobre todo para mis hijos, básicamente para Guzmán (Pablo se comunica asiduamente), del que no sé casi nada y cuando hace algún comentario en el blog es -como dicen por aquí- rebreve.

Digo esto avisado por una corresponsal que, en privado, me ha advertido de que parece que esa frase ha espantado a los comentaristas. Nada más lejos de mi intención, así que si la cantidad de comentarios ha descendido por ese motivo (y no, como supongo, por aburrimiento), disculpas y a seguir escribiendo.

La despedida principal es la de tierras argentinas. Mañana a las 9 de la mañana tengo contratada una Zodiac para el cruce del canal Beagle hasta la isla Navarino, que ya es territorio chileno. A partir de ahí, será ya todo Chile hasta la vuelta a Buenos Aires, allá por el 16 de diciembre si no recuerdo mal. No cuento el ingreso en Argentina para ir por carretera desde Puerto Natales a Puerto Montt (un servicio regular entre dos ciudades de un país, que se hace por carreteras de otro país ya que en el propio no hay ni carreteras ni sitio para hacerlas).

También me despediré de la suite que me ha acogido estas últimas noches (5, contando la de hoy), y los próximos 3 días volveré a ocupar una habitación a solas, lo que tiene sus ventajas y sus inconvenientes (aunque estos no los vé casi nadie sensato).

Estos dos últimos días ha soplado viento del sur. Teniendo en cuenta que la Antártida empieza a 1.000 kilómetros al sur de aquí, y que no hay ningún obstáculo por el camino, os podéis imaginar lo que eso significa. Sin embargo, no es para tanto, yo creo que son exageraciones; por ejemplo, hoy la máxima ha sido de 4 grados y la mínima de 1 bajo cero, tiempo primaveral, y os aseguro que yo pasé mucho más frío en Torres del Paine.

Otra de las consecuencias de la soledad, que ayer empecé a relataros, es el desplome de la calidad de las comidas. Como yo no soy nada boca fina (como algunos amigos que no es necesario nombrar), aunque me gusta la comida rica también puedo vivir a base de cosas muy básicas (igual que dormir con 5 jóvenes desconocidos en unas literas). Para que os hagáis una idea, os voy a contar lo que he comido desde que me quedé sólo el día 9 (igual estos menús podían incluirse en algunos de los libros de cocina que te daban menús hechos para todos los días del año):

Día 9. Comida: panecillo, trozo pequeño de queso y manzana, en el Aeroparque Jorge Newbery, Buenos Aires. Cena: pizza en la cocina del hostel -comprada en "Hiper Turco, Pizzería-Rotisería", en Magalles y Don Bosco, que es como dicen aquí calle Magallanes, esquina a Don Bosco- y cerveza Quilmes, la más extendida y flojita de la Argentina.

Día 10. Compra de paquete de salame, paquete de queso tipo Gruyére, barra de pan y dos manzanas en el supermercado "La Anónima" (ya ha aparecido más veces; es la mayor cadena de supermercados en la Patagonia). Comida: bocadillo de salame, andando mientras iba a resolver lo del cruce del Beagle. Cena: bocadillo de queso y manzana en la cocina del hostel.

Día 11. Comida: bocadillo de salame, de pie en el Parque Nacional Tierra del Fuego, manzana sentado en un bar en el mismo parque y té. Cena: en un tenedor libre con los amiguetes del hostel (prefiero los bocadillos)

Día 12. Comida: bocadillo de queso, de pie en el Parque Nacional Tierra del Fuego, esperando a que saliera el micro de las 5 (¡qué hambre tenía ya! ¡y no quedaban manzanas!). Cena: tres empanadas (de carne con pasas; atún; tomate, ajo, cebolla, albahaca y no sé que más) y un Sprite, comprado todo ello en "Dieguito. El rey de las promociones", en otra de las 4 esquinas que forman Magallanes y Don Bosco (en otra está el cibersitio en el que escribo). En la cocina del hostel.

Día 13. Comida: aprovechando que hoy he dedicado el día a la cultura, y para evitar excesivas críticas, he hecho lo que se supone que debe hacer un señor de mi edad: comer en un sitio decente. Primero me he tomado una "Cape Horn" roja, estupenda cerveza artesanal (todo un descubrimiento lo de las cervezas artesanales argentinas, muchas y muy buenas), en un sitio muy bonito "Ramos Generales. El Almacén" que, como su propio nombre indica, era una almacén en el que vendían de todo. Después me he ido a comer al "Bodegón Fueguino", sitio recomendado por los nativos (David, es que lo de la centolla....), donde me he comido un lomo grillé con papas cuadrads, una ensalada de lechuga, tomate y cebolla y un helado de calafate cubierto de chocolate crujiente, todo ello regado con una "Beagle" negra, otra deliciosa artesanal. La comida (64 pesos, unos 14-15 euros) ha costado más que las comidas y cenas sumadas de los 4 días anteriores, con bastante diferencia.

Hoy para cenar, cuando acabe de escribir esto, voy a repetir las empanadas de Dieguito; ¡tiene 20 variedades!

Conclusión: si queréis sobornarme, comidas y hoteles de lujo no son un precio que aprecie. Dadme tiempo y haré lo que queráis.

A pesar de no haber hecho ninguna marcha por el Parque Nacional como los días pasados, la presencia de la naturaleza es abrumadora (en sentido positivo) y constante: quizás debido al viento sur, ha habido ratos en los que se han quitado las nubes que cubren las enormes montañas que cercan la ciudad por el norte (responsables de que no hubiera apenas comunicación entre los indios Selknam, al norte, cazadores de guanacos, y los yámanas, al sur, de los que ya hemos hablado), y ha sido un espectáculo impresionante que, además, me ha permitido fotografiar al precioso Monte Olivia, el más alto, puntiagudo y difícil de escalar de la zona, Los 5 Hermanos, y otros cuantos más. También se veía con gran nitidez la vecina isla Navarino y sus cadenas de montañas que, como las de aquí, están cubiertas de la abundante nieve recién caída.

Y ha habido aves, ¿cómo no? Acercarse al puerto es darse una atracón de gaviotas, de cabeza gris y cocineras, en este caso acompañadas por una pareja de petreles gigantes y sobrevoladas por un jote de cara roja. Por la tarde, después de una marchita de aproximación al glaciar Martial, los inevitables chimangos, siempre chinchando a alguna otra rapaz mayor, en este caso un carancho, y unos cuantos chingolos, rayaditos, ratonas y otro que tengo que buscar en la guía esta noche. En fin, que esto es estupendo.

Como despedida de Argentina, algunas cosas útiles:

Al sur del paralelo 42 (la altura de Bariloche) no se aplica el impuesto del petróleo a las gasolinas, lo que hace que cuesten la mitad que al norte (los campos de petróleo están a unos 150 kilómetros al este de El Calafate).

Los semáforos están al otro lado del cruce, es decir, primero está la calle que intersecta y al otro lado el semáforo. Como es al revés que en la madre patria, si se conduce despistado puede pensarse que no hay semáforo y liarla.

Cada argentino cuando maneja trata de emular al famoso Fangio: corren que se las pelan, desconocen el uso del intermitente y piensan que las rayas dobles continuas pintadas en las carreteras son un bonito adorno. Usan la bocina por dos motivos fundamentales: para saludar a sus conocidos (y que todo el mundo se entere de que el del coche conoce a alguien que iba andando), o porque uno (normalmente extranjero prudente) ha tardado más de un nanosegundo en atravesar un cruce sin semáforo con abundante tráfico.

Por lo demás, a pesar de las críticas que habéis podido leer a veces en este blog, y de los numerosos y evidentes problemas existentes (¿dónde no los hay?), este es un enorme y fantástico país que tiene muchísimas cosas merecedoras de ser conocidas, y habitado por unas gentes amables, educadas y remajas.

Seguiremos informando.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Paco, cuídate. Tu frugal comida me ha dejado impresionada. ¿Con esa mínima ingesta eres capaz de sobrevivir? Cuando regreses no te vamos ni a verte, salvo tu cabeza plateada.
Sigo disfrutando y emocionándome con tus palabras. Un beso. Pilar

María dijo...

Hola Paco!, como te lo pasas! tu allí, nosotros aquí... en fin una pena. Yo creo que este viaje tuyo tan largo, va a arrojar unos resultados como la paradoja de los gemelos de Einstein, que tu vas a volver mas joven y sonriente (con una de esas sonrisas congeladas por lo menos) y nosotros te vamos a parecer mas viejos y extrañamente rutinarios. En fin, disfrutan de la vida cuatro que saben, que bien que uno de ellos seas tú.
En otro orden de cosas decirte que, como ya sabes te sigo a diario, hubo un momento en que pensé que te estaba perdiendo cuando empezaste a hablar de chimangos, chingoles, ñires y lengues y demás familia, te lo iba a haber dicho, pero como veo que la gente te sigue el rollito, no quiero dar la impresion de ser una inculta que no se ha documentado para tu viaje, así que lo dejaremos estar... pero estaría bien que nos describieras algún arbol o pajarito (vaya vocabulario para una biologa, pero ya sabes que en realidad los biologos no sabemos de nada), no sé cosas como tiene el pico rojo, o es grande o pequeño..., tu verás, es una sujerencia. Mauro lo unico que quiere que le digas es que si las focas te salpican con el agua (como a él en faunia), lo dice así como "si no, ni son focas ni son nada". Bueno, un besazo y sigue cuidántote mucho.

Pablo dijo...

Tras tus dos últimas entregas la imagen de tu persona con el moquillo congelado -a lo al filo d ela imposible- y una monda de manzana colgando de tu barba no ha parado de pasarse por mi cabeza.
Si a esto le sumamos este último, y no por ello menos absurdo propósito de martirizarte culinariamente, la imagen cuanto menos es...
Hice una apuesta con la tía de que cuando volvieras tu barba superaría los 10 cm, ¡no me defraudes!... jeje.
Sigue disfrutando tanto y espero que el "tengo contratada una zodiac" es que alguien te lleva en ella, y no que la hayas alquilado...
Un abrazo fuerte!!
Cuidate!

Anónimo dijo...

Paco, ¿te has dado cuenta de lo patéticos que son los embutidos argentinos? Menudo negocio se podría montar allí el amigo Leví Gamo, a base de buen jamón ibérico.

Al final aceptaron aquello de los viruses, en PlosOne. Aviso a todos los bloggers del mundo mundial: ¡nunca cojáis (agarréis, si sois argentinos) una caca (bosta, si idem) de vuestros hijos con la boca, y menos os la traguéis!: ¡peligro de muerte!

Bueno, según avanza tu viaje crece mi envidia. No dejes de ilustrarnos

J.

Unknown dijo...

como eres padre con tus reprimendas publicas, que van a pensar de mi tus lectores! Aprovecho la atencion suscitada para proponer la formacion del primer club de fans de chingolos, caranchos y chimangos. Porque son los pajaros con nombre mas gracioso de Argentina(especialmente si se leen con acento mejicano "No mames huey, ya estan los chimangos chinchando a chingolos y caranchos"). A la lista de animales de nombre gracioso podemos aniadir a los lobos marinos de un pelo por la imagen tan tetrica del pobre animalito pelado de frio en el invierno austral con su unico pelo como proteccion. Para que luego digan que la biologia es un rollo...

Unknown dijo...

No tenía intención de estrenarme en el blog, pero no puedo evitarlo por más tiempo. Sólo para decir que me divierto mucho con los comentarios, tanto los de mi churri como los de los amigos del club de fans del "Viajero austral", y de los de mis propios hijos que están tan encantados con su padre y sus aventuras.
Os quiero, Mabel