jueves, 1 de noviembre de 2007

En Península Valdés


Puerto Madryn, provincia de Chubut, Patagonia argentina. 42º 45 ' S; 65º 2' W

De acuerdo con Graham Harris, autor de "A guide to the birds and mammals of coastal Patagonia", libro que me ha prestado Jaime (por cierto, Jaime, hasta esta tarde en El Calafate no he encontrado y comprado "El último confín de la tierra"; en Puerto Madryn me dijeron que estaba descatalogado), "...Patagonia es el nombre de una vasta región de América del Sur que empieza a lo largo de un límite mal definido aproximadamente a unos 40º de latitud sur, y se extiende por el sur de Argentina y Chile hasta el Cabo de Hornos. Con una superficie de más de medio millón de millas cuadradas, Patagonia es mayor que España y Portugal juntas. Aunque el nombre se da usualmente al desierto arbustivo seco y barrido por el viento que cubre la mayoría de la región, Patagonia también incluye montañas boscosas y húmedas, una miríada de islas e incluso una helada lámina de hielo continental".

Así que aquí estamos, cerca del límite septentrional de la Patagonia, que cruzamos al sobrepasar el río Negro, justo antes de pasar por el golfo de San Matías. Tanto la llegada al aeropuerto de Trelew, como el viaje al norte hasta Puerto Madryn en un coche alquilado, y el callejeo inicial por esta ciudad de 80.000 habitantes, nos enfrentan con las primeras sensaciones patagónicas: polvo (a pesar de que no hace viento), paisaje llano con apenas algunas pequeñas cuestas, vegetación rala formando la denominada estepa patagónica y ausencia absoluta de árboles (posteriormente veremos algunos en las márgenes del río Chubut y en la pequeña localidad de Gaiman, fundada por inmigrantes galeses en el siglo XIX).

La entrada en Puerto Madryn, tras pasar un control policial fijo en el que fornidos soldados vestidos de camuflaje nos revisan la documentación, es un poco descorazonadora: muchas calles sin asfaltar, una pátina de polvo que lo cubre todo, casas bajas de construcción pobre y cierto caos circulatorio en los cruces que, básicamente, se resuelve por el expeditivo método de "yo llegué primero". Poco después descubriremos que las rotondas funcionan al revés que en España: te ceden el paso para entrar y, una vez dentro, tu cedes el paso a los vehículos que vienen por tu derecha.

Por la calle se ve mucha gente con rasgos "indios", que al parecer serían descendientes de los tehuelches, los primeros habitantes de estas tierras.

El hotel en el que nos alejamos, sin lujos pero limpio y con gente amable regentándolo, está a unos cien metros escasos de la costanera (lo que en España sería el paseo marítimo), así que la primera mañana, bien temprano, me acerco a mirar y ¡sí! allí mismo, al lado de la playa, hay tres ballenas francas australes descansando. Estar viendo ballenas con los prismáticos apoyados en la barandilla del paseo es una sensación difícil de describir. Una de ellas sale verticalmente del agua, da vueltas sobre su eje, agita las aletas pectorales fuera del mar, en fin, todo un espectáculo.

El espectáculo se repetirá más tarde en la maravillosa playa de El Doradillo. Paseando por la arena, a pesar de que lo hacemos en marea baja, estamos viendo todo el rato a 7 ú 8 ballenas, algunas de ellas con su ballenato (según nos contará otro día Alejandra, veterinaria que trabaja para el CENPAT -Centro Nacional Patagónico- en los últimos meses han muerto cerca de 70 ballenatos sin que de momento se tenga idea de las causas). Subimos después al mirador de Punta Flecha y las seguimos viendo, ahora desde arriba, además de charlar un rato con el hombre que está a cargo del mirador y de las observaciones: todo un personaje interesante y ameno.

Los días se nos pasan haciendo unos cientos de kilómetros por las famosas carreteras de ripio: son algo más que caminos de tierra; Patagonia entera está cubierta -como ya advirtió en su día el propio Darwin- por cantos rodados de tamaño variable, transportados a lo largo de millones de años por ríos, glaciares y vientos que soplan desde el oeste, y el resultado es un firme con muy mala adherencia que produce un par de vuelcos semanales en la zona de Península Valdés, según nos explicó Mariano, el dueño de la empresa de alquiler de coches.

Todos esos kilómetros se recorren para llegar a las zonas de fauna: las playas con elefantes marinos de Punta Norte o Punta Cantor, las colonias de cría de pingüinos de Magallanes en San Lorenzo o Punta Tombo (la mayor colonia continental, con más de 220.000 parejas, a unos 200 kilómetros al sur de Madryn), las zonas de lobos marinos de un pelo, ahora medio vacías, de Punta Loma o Puerto Pirámide, las playas donde las orcas se varan en la playa para capturar cachorros de elefantes marinos en Caleta Valdés o Punta Norte y, por supuesto, el Golfo Nuevo: embarcándose en Puerto Pirámide, en nuestro caso con el capitán Pinino (acompañados y aconsejados, como durante toda nuestra estancia allí, por el amigo Jesús, veterinario que pasa su segunda primavera austral trabajando con la gente del CENPAT), para ver a las estrellas de la zona, las ballenas francas australes.

Entre junio y diciembre, las aguas del Golfo Nuevo, el golfo que cierra el sur de la Península Valdés, reciben la vista de las ballenas francas australes (este año se han censado más de 500 ejemplares) que vienen aquí a parir su ballenato y/o reproducirse. Como no se alimentan mientras están aquí y la zona es relativamente pequeña, el avistamiento está prácticamente garantizado; además, hay muchas ballenas "amistosas", que se acercan a los barcos cargados de turistas produciendo una auténtica barahúnda de gritos de admiración y disparos de cámaras.

Nosotros ¡cómo no, era uno de los objetivos del viaje! también nos embarcamos, las vimos, gritamos e hicimos fotos -muchas fotos- y, a pesar de que los avistamientos, o avistajes como dicen aquí, se producen rodeados de gente, en el momento de estar viendo a las ballenas se establece una especie de comunicación directa entre ellas y tú por algún canal desconocido, que hace que parezca que no hay nadie más a bordo (sólo hay que concentrarse un poco para conseguirlo). Es lo mejor en cuanto a observaciones de fauna.

Además de observaciones de ballenas francas, elefantes y lobos marinos, pingüinos magallánicos (sobre todo pingüinos magallánicos; es la especie de la que más individus hemos observado), o toninas overas, pequeños delfines blancos y negros que vemos embarcándonos en el puerto de Rawson con la gente de Expediciones Comersoni, también hemos visto un montón de fauna terrestre y "aérea": guanacos, maras o liebres patagónicas, liebres europeas, cuís chicos (pequeños roedores sin cola), peludos (armadillos), culebras ratoneras, ñandúes (aquí llamados choiques), petreles gigantes, gaviotas cocineras. lechucitas vizcacheras, chimangos, chingolos, copetonas comunes, etc., etc. Toda una delicia.

El clima de Patagonia, como hemos leído mil veces, es variable como pocos. Lo más estable es el viento que nos acompaña durante algunos ratos todos los días, con una fuerza más que regular. A la vuelta de nuestro primer día en Península Valdés, cuando estábamos prácticamente en su centro, nos sorprendió un auténtico diluvio que nos obligó a pararnos donde estábamos, con la sensación de hallarnos de repente dentro de un mar blanquecino y completamente opaco. Tras varios chaparrones con algunos minutos de descanso entre ellos, la tormenta se fue arrastrada por el viento con la misma velocidad con la que había llegado, dejando los caminos de ripio donde había caído convertidos en barrizales con las cunetas llenas de agua, donde la conducción era a veces realmente comprometida. Cuando ya empezábamos a cercarnos a Puerto Madryn le llegó el turno a una tormenta de polvo, de tal magnitud que nos perdimos dentro de la ciudad por no ver las calles. Cuando Santiago preguntó a una chica por la calle del hotel, su respuesta fué: "Se repasó", o sea, que nos habíamos pasado por mucho.

El río Chubut baja con muy poca agua tras un invierno bastante seco, por lo que se recomienda ser austero en el consumo de agua.

La cadena de supermercados "La Anónima" continúa con su campaña "Tu vuelto vuelve": dejando los céntimos de las vueltas de la compra han adquirido un aparato de rayos X para el hospital local y algún otro instrumental médico. Tanto de las características de los aparatos, como del precio de lo comprado (alrededor de 30.000 pesos, cerca de 7.000 euros) hay cumplida información en el supermercado.

En el mes de junio empezaron los cortes de energía eléctrica a las empresas entre las 4 de la tarde y las 12 de la noche. Se avisa a los habitantes de la ciudad que si no controlan su consumo, las restricciones se extenderán también a los particulares.

El habla argentina tiene peculiaridades: los comercios de pinturas se llaman pinturerías, los de gomas (neumáticos) gomerías, los de regalos regalerías, donde están los elefantes marinos es en las elefanterías, los lobos en las loberías, y los pingüinos en las ...pingüineras.

Podríamos seguir hablando de gestión de fauna y sitios protegidos y de algunas cosas más, pero creo que con esto es suficiente, hoy hemos hecho 400 kilómetros por camino y/o con un viento endiablado, es la 1 y media de la madrugada y tengo sueño. Próxima escala: el Parque Nacional de las Torres del Paine, en Chile. Buenas noches.

4 comentarios:

Unknown dijo...

El otonio en los Cotswolds esta en pleno estallido de color. Los ultimos dos dias han sido claros, de cielo azul en el dia y millones de estrellas por la noche. Al fondo del jardin se ven prados secos con fardos de paja, mas alla "ovejas de mas de un pelo" pastan mansas cerca del rio. Ayer me pase la tarde sirviendo cerveza a los participantes en un campeonato de dardos. Todos gordos como trullos, debe ser que el sobrepeso aumenta la estabilidad y la punteria. Seguimos leyendo con interes vuestras aventuras. A ver si encontrais un ordenador con USB...Besos

Anónimo dijo...

Hi Paco! What an amazing place you've visited, and what an incredible trip you've planned for yourself. I imagine that you've exceeded your self-imposed daily photo limit by several hundred already, but who can blame you with whales, penguins, and seals all around? Can't wait to see the results in December, assuming you don't run off with the Mapuche. I hope you continue having lots of fun on your adventure, and that your Superponcho is keeping you dry through the deluge. In other news, we got an A on the first half of the wolf paper, yay! Lots of love.

Anónimo dijo...

Hola Paco. No deja de sorprenderme tu manera de escribir, llena de sensibilidad y cargada de matices que te trasladan al lugar, sin haber puesto el pie allí y casi sin tener muchos conocimientos de algunos de los lugares que narras. Enhorabuena. Tú emoción nos emociona a nosotros también y nos hace compañeros de viaje, sin casi proponérnoslo. Un fuerte abrazo y que toda la "expedición" disfrutéis del viaje. Pilar

Anónimo dijo...

¡Cómo te entiendo, Paco!
Jaime